Existe un dicho que dice: «Los últimos serán los primeros».
En el caso del ciclista italiano Luigi Malabrocca, parece que sí que se cumplió, ya que se hizo famoso por ese motivo: por llegar el último a la meta. Se convirtió en un verdadero artista en «el arte de perder». Estamos en la Italia de la postguerra, en la época del neorrealismo cinematográfico de los De Sicca, Visconti y Rossellini, de la picaresca mediterránea… También en la Italia de los duelos deportivos más famosos: en el Giro, la rivalidad entre Fausto Coppi, primer ciclista en conseguir el doblete Giro-Tour; y Gino Bartali, constituyó el entretenimiento en esos años de gran carestía y profundas tensiones sociales, de gran parte de la población. Este es el telón de fondo en el que se movió nuestro personaje de hoy: Luigi Malabrocca, la leyenda de la «maglia nera».
Luigi Malabrocca, conocido también como «el Chino (por sus ojos rasgados) o Luisín», fue un ciclista italiano piemontés, nacido en 1920 en Tortona, que se convirtió en un mito, pero al revés, ya que fue famoso por querer alcanzar el último puesto en el Giro, el gran acontecimiento deportivo de Italia.

Malabrocca y el Giro de Italia
En realidad malo no era, más bien del «pelotón», ya que se le conocen algunas carreras ganadas como la Paris-Nantes de 1947, la Coppa Agostini en 1948, y la Vuelta a Croacia y Eslovenia en 1949, entre otras. Pero él sabía que la fama solo la podía alcanzar en las Carreras Internacionales, en las que no tenía mucho futuro. Solo podía aspirar a quedar clasificado en mitad del anónimo pelotón, no podía competir con ciclistas como Fausto Coppi o Gino Bartali, verdaderas estrellas del ciclismo mundial. En esos años la Gazzetta dello Sport, diario organizador del Giro, había establecido una recompensa económica para aquel ciclista que quedase el último, dándole también como premio, el maillot negro o «maglia nera».

Luigi Malabrocca se dio cuenta de los beneficios de quedarse el último. Con ese motivo ingenió múltiples trucos para perder tiempo, simulaba problemas mecánicos (pinchándose sus propias ruedas), se escondía en granjas, incluso en bares para tomarse un café o para comer y luego volvía a la carrera, pero siempre mirando el tiempo máximo permitido para entrar en la meta. Fue el último en 1946, quedando a cuatro horas, nueve minutos y treinta y cuatro segundos de Gino Bartali, pero desfiló junto a él, luciendo orgulloso su maillot negro, en el velódromo de Milán, en el homenaje a los campeones. Al año siguiente, lo tuvo claro, ser el último podría ser provechoso.
Competir a perder
Pero a Luigi Malabrocca le salió un potente competidor, se llamaba Sante Carollo, un albañil que sin proponérselo le dejó a Malabrocca sin su ambicionado trofeo: la «maglia nera». El duelo entre ambos causó sensación en los medios y fue casi tan seguido como la lucha por el primer puesto entre Coppi y Bartali. Tanto Malabrocca como Carollo se especializaron en ser los peores, utilizando todo tipo de
trucos y artimañas para ser los últimos.
En el Giro de 1949 a Malabrocca le salió el «tiro por la culata», ya que se detuvo para almorzar con algunos aficionados, entablando una amena conversación sobre la pesca (de la que era muy aficionado), y tan entretenido estaba que no calculó bien el tiempo, llegando a la meta de Milán, dos horas y media más tarde que su oponente Carollo, cuando los jueces del Giro ya se habían retirado. Estos, enfadados por la estratagema de Malabrocca, decidieron dar el último puesto a Carollo, que había llegado realmente el último antes de levantar la meta; y a Malabrocca el mismo tiempo en que había llegado el pelotón. Esta decisión hizo que Malabrocca perdiera el ambicionado puesto y el maillot negro; y fuese, su rival, Sante Carollo el que se fuera a casa con la «maglia nera» y el premio económico.
La vida sigue
Malabrocca abandonó el Giro, dedicándose al ciclocrós. Los años siguientes la «maglia nera» la ganaron Mario Gestri en 1950, y Giovanni Pinarello en 1951, pero la Gazzetta se dio cuenta de que la marcha de Malabrocca de la carrera italiana perjudicaba en gran manera la emoción de la lucha por la última posición, además de que Malabrocca se había ganado el cariño de la gente, convirtiéndose en el héroe de los humildes. Por ese motivo intentaron volver a reclutarlo para la carrera. El periódico reforzó el premio económico y Malabrocca regresó en 1952 al Giro, pero su participación no duró mucho, ya que su gran motivación, la «maglia nera», ya no existía, ya que se dio por última vez en 1951. Malabrocca se retiró definitivamente.

Luigi Malabrocca fue un magnífico especialista, no de la montaña o de la contrarreloj, sino de la picaresca en el deporte. Murió el 3 de octubre de 2006, a la edad de 86 años. La historia de este pícaro ciclista inspiró una obra de teatro: «Maglia Nera»,escrita por Matteo Caccia (versión y traducción de Rafa Blanca), que fue puesta en escena en octubre de 2021 por la Compañía del Gato Negro con Alberto Castrillo-Ferrer en la dirección ; y Rafa Blanca como único intérprete. Una cita obligada para todos los amantes del ciclismo, emocionante y divertida al mismo tiempo.